Campeones de la vida fue una de las ficciones que marcó el final de la década de los 90 y principios de los 2000, sobre todo, porque fue la que mejor retrató la época desde distintos ámbitos: un gimnasio de boxeo, una casa de barrio, un frigorífico y un camión recolector de residuos, entre otros más; mientras que sus protagonistas eran de clase baja y media trabajadora, todos inmersos en la crisis económica del país.